viernes, febrero 26, 2010


El Movimiento Humanista

Extracto de la charla de Silo el 4 de enero de 1998 en el Estadio de Obras Sanitarias de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

..." ¿ Qué es hoy el Movimiento Humanista? ¿Acaso un refugio frente a esta crisis general del sistema en que vivimos? ¿Será, tal vez, una crítica sostenida a un mundo que se deshumaniza día a día? ¿Será un nuevo lenguaje y un nuevo paradigma, una nueva interpretación del mundo y un nuevo paisaje? ¿Representará una corriente ideológica o política; una nueva estética, una nueva escala de valores? ¿Consistirá en una nueva espiritualidad, en una acción destinada a rescatar lo subjetivo y lo diverso en la acción concreta? ¿El Movimiento será la expresión de una lucha a favor de los desposeídos, de los abandonados y los perseguidos, será la manifestación de los que sienten la monstruosidad de que los seres humanos no tengan los mismos derechos ni las mismas oportunidades?
El Movimiento es todo eso y mucho más. Es la expresión práctica del ideal de Humanizar la Tierra y es la aspiración de dirigirse hacia una Nación Humana Universal. Es el germen de una nueva cultura en esta civilización que se hace planetaria y que tendrá que cambiar su rumbo, admitiendo y valorando las diversidades y dando a todo ser humano, por la dignidad que se merece, por el simple hecho de nacer, iguales derechos e idénticas oportunidades.
El Movimiento Humanista es la manifestación externa de los profundos cambios que se están operando en el interior del ser humano y que son la historia misma: trágica, desconcertante, pero siempre en crecimiento. Es una débil voz adelantada que anuncia los tiempos que están más allá del ser humano que hemos conocido. Es una poesía y un arco de colores diversos. Es un David frente a un insolente Goliat. Es la suavidad del agua frente a la dureza de la roca. Es la fuerza de lo débil: una paradoja y un Destino.
Amigos míos, aun cuando no logremos inmediatamente los resultados que esperamos, esta semilla ya existe y espera la llegada de los tiempos venideros.
Para todos, de corazón a corazón, el deseo fervoroso del cambio social que se avecina y la esperanza del silencioso cambio que más allá de toda compulsión, más allá de toda impaciencia, más allá de toda aspiración violenta, más allá de toda culpa y de todo sentimiento de fracaso, ya anida en la íntima profundidad de muchos humanistas ".

miércoles, febrero 24, 2010

La muerte de Orlando Zapata Tamayo

Ha muerto el prisionero político cubano Orlando Zapata Tamayo después de una huelga de hambre de más de dos meses. Le han dejado morir en un hospital después de golpizas, maltratos y torturas psicológicas. La radicalidad de la muerte. La indiferencia de todo el aparato político de la dictadura y de los gobiernos latinoamericanos legitimando al régimen en la última cumbre. Los créditos millonarios de Brasil sin exigir libertad y democracia. La indiferencia y la irresponsabilidad en la legitimación de una dictadura por parte de los Estados Unidos, la Unión Europea, y especialmente del gobierno de España. Pasan los intereses económicos, los dineros, los negocios. La vida de un hombre no es importante, no interesa a nadie un hombre de pueblo diciendo y exigiendo lo que nadie quiere escuchar: libertad y respeto de los derechos universales. Mi pésame a su madre y a su familia. Que descanse en paz.

No es posible que ésto continúe y deben dejar de hacer las huelgas de hambre. Los secuestradores, los carceleros no sienten piedad, ni compasión con los prisioneros ni con sus familiares. Su consigna de propaganda  durante medio siglo ha sido: Patria o Muerte como resumen del dogma de la irracionalidad y el extremismo. La sociedad civil  encarcelada y secuestrada no debe dialogar con el sadismo desde posturas radicales. La vida es el único bien  frente a  la enajenación y la perversión del poder totalitario. La vida es la única verdad frente a la impunidad. La muerte de Orlando Zapata Tamayo quita la máscara una vez más, y muestra el verdadero rostro de la deshumanización del poder absoluto, la mezquindad de los Castros, «reinan» y están por encima de la vida de su pueblo, de las leyes, de todo orden humanista y de la razón.

martes, febrero 23, 2010

lo próximo a corto plazo será otra crisis

DAVID ROJO. 23.02.2010 - 08.00 h
 
José Luis Sampedro
Inteligente, rotundo, crítico, lúcido, didáctico, social, divertido, certero, humanista. José Luis Sampedro es, a sus 93 años recién cumplidos, una referencia cuando se trata de analizar a fondo lo que está pasando. Es lo que antes, cuando existían, se llamaba un sabio.
¿Qué ha pasado para llegar a esta crisis?
Lo que ha pasado es que hubo un momento dentro de las rivalidades del siglo XX en el que los poderosos se alarmaron, en parte por los sucesos del 68, y hubo una reacción, con Thatcher y Reagan, que supuso el apoyo de una teoría económica, la de los fundamentalistas del mercado, que logró la desregulación extrema, que causó lo que ha pasado. Los economistas se han concentrado en lo financiero, es decir, son los que manejan el dinero. Y con la globalización se ha producido una transferencia de poderes: los gobiernos, que mejor o peor están controlados por la política, la democracia, etc., han sido sustituidos por unos financieros que actúan sobre una desregulación absoluta. No los controlan ni los gobiernos. Y entonces se producen los excesos.
Estamos en la descomposición del capitalismo hacia una situación de barbarie. Como en su día Roma ¿Usted no cree en el mercado?
El mercado es absolutamente indispensable como mecanismo de distribución: yo tengo que aportar unas cosas para pedir otras. Pero hay quien puede imponer precios, organizar maniobras de publicidad y venta para cerrar la entrada de otros, etc. El mercado está en manos de los poderosos. Dicen que el mercado es la libertad, pero a mí me gustaría saber qué libertad tiene en el mercado quien va sin un céntimo. Cuando se habla de la libertad hay que preguntarse inmediatamente: ¿la libertad de quién?
¿No se puede controlar a esos financieros?
Nos dicen que las técnicas modernas son de una magnitud tal que supera las fronteras estatales. Y es cierto. Pero hay otros problemas globales como el cambio climático o la crisis energética que se abordan. Eso exige una solución global; pero también el terrorismo, la sanidad, la educación, el sida...
Usted tiene fama de antiglobalización.
Yo lo que digo es: globalícese todo. Organícese un gobierno mundial y no habría el problema de la cumbre de Copenhague. Habría una autoridad que se ocuparía de los problemas climáticos. De modo que no me aleguen la necesidad de la globalización exclusivamente económica. Eso es lo que ha pasado en los últimos años.
¿Qué sucederá en adelante?
Tras esta crisis, lo próximo a corto plazo será otra crisis. Ésta no es una enfermedad transitoria. Las sociedades son entes vivos y, como tales, tienen una trayectoria que acaba agotándose. Yo creo que el capitalismo está en sus últimos tiempos en su forma actual. Ha evolucionado: empezó con el capitalismo mercantil, siguió con el capitalismo industrial, luego viene el financiero y ahora la globalización. Y la globalización es insuficiente para garantizarles lo que quieren.
Cuando se habla de la libertad, hay que preguntarse inmediatamente ¿la libertad de quién? 
¿Tan profundos son los cambios?
En el siglo XVI, Europa, Occidente, estaba en ebullición, una explosión casi volcánica de fuerzas productivas, de actividades nuevas... Las gentes se subían en unos cascarones de nuez sin saber siquiera adónde; fuesen agricultores, mujeres, misioneros, conquistadores... Ahora mismo, el país más fuerte del mundo, el más poderoso y el de mejor ejército tiene miedo. Ahora son los demás los que vienen aquí. Las corrientes migratorias han cambiado. La parábola de evolución, de grandeza, ha cambiado de rumbo.
La democracia es otra seña de identidad.
La democracia representativa creada en el XVII se ve desvirtuada por completo con las técnicas de poder que tienen los medios y que inculcan a la opinión pública, o la desfiguran, o la deforman, o la incumplen... ¿Quién cree en serio que hay democracia en ningún sitio? ¿Dónde gobierna realmente el pueblo? ¿Cómo puede creerse que en EE UU, después de la mentira de Irak, el pueblo vota otra vez al señor Bush? La gente no está loca, sino mediatizada. Las democracias representativas ya no funcionan: es una oligarquía que dispone de unos medios de influencia que imponen su voluntad.
Según usted, es el fin del capitalismo.
En este momento estamos en la descomposición del capitalismo hacia una situación de barbarie. Como en su día le pasó a Roma. La barbarie no es irracionalidad: lo que hacían Hitler o Stalin era muy racional, pero muy poco humano. Ahora piense en Guantánamo, el abandono de los derechos humanos, la misma idea del mercado desregulado o incluso la destrucción del medio ambiente, en el que el poder técnico del hombre se ha impuesto sobre el poder ético.
Pero ¿tan mal se está haciendo todo?
Yo miro lo sucedido y me pregunto: ¿por qué no se nacionaliza la banca y se acaba con toda esta historia de los bonos de los directores y demás? Eso está excluido de cualquier debate. Y luego se dice que la empresa pública rinde menos: ¿rinde menos para quién? Pues igual es cierto que la cuenta de resultados no es igual, pero el dinero va a manos mucho más interesantes.
El sistema no es el adecuado a las circunstancias del momento  
Algo bueno tendrá el sistema.
Fue muy positivo. Es tan bueno como la Edad Media con su religiosidad. Para un momento determinado es válido. Pero luego no es adecuado a las circunstancias del momento. Entonces, le pasa lo que nos ha enseñado Darwin con las especies: cuando una especie progresa pero no está adaptada al medio se va.
Entonces, ¿ésta es una crisis estructural, no coyuntural?
Es coyuntural porque es en este momento, pero es consecuencia de una estructura que ya no está adaptada a la realidad; el esqueleto, el armazón, es lo que falla. El capitalismo tuvo toda esa expansión en medio de un planeta en una situación diferente. Hoy nos encontramos con estos países emergentes –China, la India y Brasil– y no es lo mismo para Occidente. Las circunstancias son completamente distintas.
En esta situación, ¿para qué sirve la economía?
Algunos creemos que tiene que hacer menos pobres a los pobres. Otros creen que tiene que servir para hacer más ricos a los ricos.
En este siglo es cuando...
En este siglo van a pasar cosas tremendas. Se habla todos los días del desarrollo sostenible. Pensemos sólo que en 1900 la población mundial era de alrededor de dos mil millones y que en 2000 es de más de seis mil millones. Los ecologistas ya estudian la huella ecológica y dicen que la tierra no produce todo lo que se le quita. Ya hablan de que para dar al mundo el nivel de España, no digamos ya el de Escandinavia, harían falta tres planetas. Explíquenme cómo cuadra eso; hagan estadísticas, contabilidad nacional, etc. No cuadra.
¿El problema es demográfico?
Vuelve Malthus: la población crece en progresión geométrica, y los medios productivos, en progresión aritmética.
No sé qué vendrá después, pero no creo que por eso se vaya a extinguir la humanidad 
¿Y la ciencia no puede resolverlo?
El ser humano ha llegado a un nivel técnico verdaderamente admirable y extraordinario. Pero cuando se progresa es inevitable que el creador se endiose y piense que con la ciencia puede llegar no se sabe hasta dónde. Y siempre se dice "la técnica lo resolverá". Pero la técnica lo resolverá hasta donde pueda. No creamos que el poder humano es ilimitado.
¿Y las otras ciencias, las sociales?
En el fondo, el cómo nos organizamos es la cuestión fundamental. Tenemos técnicas claras para resolver los conflictos dentro de una sociedad, pero al final el que puede más impone su voluntad. Por eso vamos a esa situación de barbarie. No sé qué vendrá después, pero no creo que por eso se vaya a extinguir la humanidad. Sencillamente, habrá otra cosa.
BIO Nació en Tánger y se formó como economista en el Madrid de los años cuarenta. Fue catedrático de Estructura Económica en la Complutense y trabajó en el Banco Exterior. En paralelo comenzó a publicar novelas. La sonrisa etrusca (1985) es la más conocida y exitosa de ellas. Desde 1991 es miembro de la Real Academia de la Lengua. Su oposición al neoliberalismo le ha valido el título de "abuelo del altermundismo". Prevé el fin del capitalismo, pero no espera verlo: “Yo me apeo”.

Pensamieto pacifista

Descubrir una sociedad pacifista
El descubrimiento de una sociedad pacifista puede estar tan lejos como su conquista, pero sabemos que el derecho a la vida como horizonte, y la justicia como su escenario, no son utopías: son deberes humanos que no pueden ser postergados. Tienen que ser construidos colectivamente: sin mentiras, sin armas, sin la fuerza. Un escenario de justicia no puede tener ni la sumisión, ni la pérdida de libertades, ni el uso de las armas como principios. Construir la sociedad justa a la fuerza o desde el despotismo y el autoritarismo, es la menos justa de las proposiciones. Va en contravía de la dignidad humana.
Es necesario ampliar o transformar las ideas que alientan la guerra. Existe en el lenguaje de los medios, expertos y políticos, conceptos que pueden encontrarse en la base del pensamiento bélico: es más humano afirmar que el Estado debe tener el monopolio de la inteligencia, que aceptar ciegamente el de la fuerza, que ha mostrado con creces su fracaso. El que se arma para crear un Estado sobre la misma concepción, es un eterno animador, prolongador de la guerra.
Aquellos que prometen un Estado mejor empuñando las armas, prometen el mismo infierno, con otro uniforme y otras palabras, pero finalmente, el mismo infierno. No existe ninguna razón para matar, como tampoco existe un gran hombre que haya asesinado, que haya matado.
La vida no puede ser violentada de la misma forma que la justicia no puede ser postergada. Lo justo es avanzar libremente hacia la sociedad deseada por el camino de los acuerdos. Eso es lo indeseable para los violentos. Lo justo debe ser encontrar los caminos inteligentes para respetar a los otros, con sus distintas religiones, con diferentes formas de vivir o soñar. Lo injusto sería silenciar las diferencias y establecer el imperio de la fuerza que no es otra cosa que el imperio de la sinrazón y de la esclavitud, de la sumisión. Es inhumano pensar que la manera de lograr nuestra libertad es haciendo esclavos a los que no piensan como nosotros. Reducir el mundo a una sola visión política, social, o cultural, o a una sola hegemonía es, además de ampliar las posibilidades de una catástrofe, declarar la guerra a la razón. No se trata sólo de una confrontación bélica: va mucho más allá. Se trata de una batalla frontal de la barbarie contra la humanidad. De la estupidez contra la cultura. De los que pretenden introducir de nuevo al hombre en las cavernas, contra aquellos que pensamos que la vida humana y animal son el mayor patrimonio de este pequeño planeta. Sí: la lucha por la supervivencia puede ser superada por la defensa radical de la vida. De ella, de esa defensa activa y pacifista brota el optimismo por la especie humana. Sabemos que el hombre y la mujer son aliados de la vida, así mismo, sabemos que la ambición derrota continuamente a la sensatez, que ella es fuente permanente de odios y enemistades, que el mundo oscuro de las ambiciones poluciona con más éxito del deseado el espíritu de los hombres y de los estados.
Habría que mirar con total atención crítica el presupuesto educativo que habla de la ambición como fuente de éxito. Allí podríamos encontrar muchos de los males que nos ahogan. Allí pueden también estar las claves para la comprensión de algo que nos enmudece: la competencia entre seres humanos no sólo deja muchos derrotados, sino una inmensa cantidad que no llegan a ninguna meta: millones mueren de hambre en países del sur, millones mueren violentamente en confrontaciones inútiles en medio del terror y del odio, muchos se suicidan creyendo que la muerte es mejor que la vida, millones están sumidos en la miseria para que unos pocos millares disfruten el paraíso artificial construido por el dinero.
No se trata de creer que la paz es sólo ausencia de violencia o de la muerte. Es mucho más: es escenario de la vida política y de una cultura que reconoce sus propios conflictos y los resuelve por el camino de los acuerdos. Sí: la paz es reconocimiento de los derechos humanos en su más amplia acepción, desde el derecho intocable y sagrado de la vida, hasta los derechos del ser humano a la educación o la salud. Pero es necesario no sólo entender, sino también aceptar que la lucha por el logro de los derechos humanos no puede ser violenta. Es contradictorio e inaudito que se mate y se violente a otros seres humanos, en nombre de los derechos humanos y de la justicia. No es ni comprensible ni aceptable la violación del derecho a la vida para el logro de otros derechos. Tampoco lo es pensar que la justicia puede ser postergada sin violar los derechos humanos. El arma más humana para el logro de la justicia es la no violencia y ésta es acción pacífica al tiempo que pedagogía pacifista. Es desafío al pensamiento belicista que se ha arraigado en el espíritu de los estados modernos y en los más difundidos paradigmas políticos.
Habría que empezar a debatir con sinceridad e inteligencia el camino más acertado para lograr una sociedad justa. No una sociedad local justa, sino, con mayor urgencia, una sociedad planetaria en donde la justicia sea el motor del desarrollo.
Las situaciones extremas de la vida presente en el planeta nos hace pensar que, como humanos, sería obligatorio llegar a soñar y lograr cosas distintas a la promesa del consumo, a la promesa de un paraíso en otras vidas. Las urgencias de la miseria no dan espera. Este planeta es un planeta con hambre y con demasiada sed de poder. Es posible que esto último sea la causa de lo primero. Pero, como humanos, no podemos esperar grandes mutaciones biológicas para transitar hacia la justicia. No podemos esperar que el desarrollo tecnológico nos salve de la miseria, si ésta se encuentra oculta en lo más hondo del espíritu de la época y es promocionada por la cultura de la ambición y la competencia.
El desarrollo no puede ser alcanzado sobre la base de esa cultura; tendrá que ser sobre la base de una cultura de la solidaridad y la libertad, o estar condenado a ser crecimiento desigual e injusto. No se trata sólo de encontrar un equilibrio entre la producción y el consumo. Tampoco de la expansión hasta las últimas consecuencias de la frágil frontera ecológica. No es osadía pensar que los humanos podríamos vivir con mucho menos si disminuyésemos la ambición y trastocásemos el pensamiento que privilegia la posesión, por el de la cooperación. Tampoco es una aventura en la nave de las utopías poder llegar a soñar seres que fertilizan el planeta de bondad, alegría y entusiasmo de vida y que encuentran océanos de satisfacción sólo con la idea de poder cooperar en edificar un mundo mejor.
Si pudiésemos disminuir la tecnologización de la vida y recargar con sentido de vida y humanidad el desarrollo tecnológico, es posible que llegásemos a percibir otras fuentes de justicia y de producción amigable con el planeta. Sin embargo, aunque parezca una cruel paradoja, la aceleración del desarrollo tecnológico parece hacer crecer la brecha entre pobres y ricos, como también el espíritu de conquista y de reducción y sumisión de unos pueblos por otros. La ficción inútil de una sociedad de la opulencia empuja una idea de consumo y depredación insostenible. El hombre parece haber triunfado como inventor y fracasado como humano. Su capacidad de inventiva lo encumbra como especie pero parece derrotarlo como ser justo con sus semejantes. En palabras de Albert Schwitzer:
"El hombre se ha convertido en superhombre. Es un superhombre porque tiene a mano no sólo fuerzas físicas intrínsecas, sino que también gobierna gracias a los avances científicos y tecnológicos , fuerzas latentes de la naturaleza, que él ya puede utilizar. Sin embargo, el superhombre sufre una falla fatal: no ha alcanzado el nivel de sobrehumana inteligencia que debería equilibrar su fortaleza sobrehumana. Y necesita dicha inteligencia para usar ese vasto poder sólo con fines razonables y útiles, no para fines destructivos y homicidas".
Entonces, no es una cuestión de algunos ecologistas que sueñan con la defensa a ultranza de la naturaleza, pues hace ya 50 años que Schwitzer nos advertía, cuando recibía el Nobel de Paz, que esa sobre-estimación de nuestra fortaleza, o de nuestra creatividad, podría estar dibujando una mentalidad que engendraría destrucción, no sólo por el camino de la guerra, sino también por el sendero de un modelo económico y social que se nutre, antes que de la solidaridad, de un individualismo a ultranza casi ingenuo que hace creer al ser humano que, antes que ciudadano, es individuo que lucha en una carrera frenética por sobrevivir. Sí: no es nueva, ni pretende serlo, la invitación a un cambio de mentalidad; éste también era el propósito del mismo Schwitzer, quien lo relacionaba con el tema de la paz:
"El que la paz llegue o no, depende de la dirección que tome la mentalidad de los individuos y después, a su turno, la de sus naciones".
Sin embargo, esa carrera desenfrenada por imponer una mentalidad de competencia se ha ido trasladando con bastante éxito del plano del individuo al de las naciones. En dicha carrera habría que hacer un alto para pensar con cautela y prudencia si esa competencia de las naciones no iría a crear un inmenso cementerio de culturas y naciones que, por no estar interesadas, no estar en igualdad de condiciones o no compartir esa mentalidad, irán a ser arrasadas junto con gran parte del patrimonio de la cultura humana y de los vestigios y claves para lograr una vida mejor. La vida no puede ser alimentada por valores inhumanos; derrotar o reducir a otro debe dejarnos en la boca algún sabor amargo. Aunque parezca una ironía, la victoria no nos puede dejar tranquilos de la misma manera como tampoco sumisos nos pueda dejar la derrota. Los fracasos nos podrían enseñar la forma de llegar sin atropellar al otro, sin dejar rastrojos humanos en el camino.
Tendríamos que abrir las compuertas del corazón para comprender el dolor de los demás y, desde allí, iniciar la construcción de lo que Dalai Lama propone como santuarios de paz, territorio de respeto por los otros y la naturaleza. El respeto, como principio de acción y pilar o cimiento de la vida en comunidad. Respetar al otro es no asaltarlo en su confianza, no romper las lealtades creadas desde la amistad, no hacer de la palabra un medio de seducción y de demagogia política. Los desafíos pacifistas no se trasladan sólo a los deberes del Estado o a los compromisos políticos de los grupos. La mentalidad pacifista obliga al respeto diario de los compromisos, como padre a hijo, como vecino a amigo. Violentar a uno de tus semejantes es un acontecimiento demasiado grande para ser minimizado. Traicionar a un amigo puede ser el origen de una rotura insondable. Los conflictos humanos siempre existirán, pero solucionarlos por el camino de la violencia en sus distintas expresiones es una actitud contraria a la humanidad, al humanismo. Sí: descubrir la sociedad pacifista significa aceptar el humanismo como fuente de pensamiento. Humanismo y pacifismo son hermanos naturales, nacen como oasis de optimismo en el desierto del pensamiento bélico. Se contraponen de forma radical al lenguaje militarista.
La vida siempre será conflicto entre lo que pensamos y lo que deseamos. También entre el corazón y la mente, entre el espíritu que sueña con la libertad y la vida diaria repleta de tentaciones, de trampas que nos alejan continuamente y de forma implacable del camino pacifista. La acelerada forma como se desarrollaron los medios nos han permitido conocer cómo la tecnología puede alcanzar metas altísimas, pero, al mismo tiempo, nos ha hecho percibir, como lo decía Martin Luther King en 1964, que:
"Para sobrevivir hoy, debemos eliminar nuestro 'retraso' moral y espiritual. Si no hay un crecimiento proporcionado del alma, los crecientes poderes materiales auguran crecientes peligros. Cuando el 'afuera' de la naturaleza del hombre subyuga el 'adentro', oscuras nubes de tormenta comienzan a formarse en el mundo".
No es un pensamiento mágico, ni trágico, es realismo que desde hace ya cuarenta años anunciaba los instantes que vivimos actualmente. Los momentos de guerra no están desligados de eso que King llama "retraso moral y espiritual". Diría, buscando precisión, que están ligados a una moral monetarista y al espíritu de conquista que aún prevalece después de los fracasos del siglo XX. No es la tecnología lo que nos ha sumergido en la guerra, es la prevalencia del espíritu bélico de muchos de aquellos que lideran el mundo.

miércoles, febrero 10, 2010

El colonialismo en acción


El artículo de Freddy Joaquín Otero Añez expresa la preocupación del ciudadano por la actitud irresponsable del gobierno  con su política de irrespeto contra la naturaleza, el apoyo a actividades ilícitas como es el cultivo de coca para el narcotráfico y el desprecio a los intereses de los pueblos de la cuenca amazónico platense.
Es una política típica del colonialismo interno, expresión del centralimo estatista y del autoritarismo del poder.
Tiene toda la razón Otero al calificar esta complicidad con la delincuencia de TRAICIÓN A LA PATRIA por ser el origen de confrontaciones que dividen el país.
Nos acoplamos a toda acción que busque la paz, la unidad y reencause la política delincuencal.

 ALERTA ROJA EN EL CHORÉ
Freddy Joaquin Otero Añez
fjotero@gmail.com

La Reserva Forestal “El Choré” tiene los días contados. Miembros de varias Centrales de campesinos venidos de El Chapare, que están asentados y explotan ilegalmente la Reserva situada en la provincia Ichilo, han solicitado el pasado 20 de enero de 2010 al ex-Viceministro de Tierras, Luis Alejandro Almaraz Ossio, que se les reconozcan formalmente sus derechos como propietarios individuales y colectivos de tierras, procediendo con la dictación de un Decreto Supremo que desafecte el área, modificándose el D.S. Nº 07779 de 3 de agosto de 1966, que crea dicha Reserva Forestal.

Es grave saber que el ex-Viceministro Almaraz se había comprometido con los asentados a gestionar la desafectación en varias ocasiones, tal como asevera la misiva. Incluso, el Ministerio del área ya había elaborado el informe técnico para este fin, signado como: MDRA y MA/VT/DGT- Nº 014/07 de 29 de junio de 2007. Lo propio había hecho la Unidad Técnica Nacional de Información de la Tierra, dependiente del Ministerio de Desarrollo y tierras en el año 2009.

A esta solicitud de los asentados ilegales se adjunta el plano donde se reparten cientos de miles de hectáreas para su dotación individual y colectiva, así como un proyecto de Decreto Supremo mediante el cual se “desafecta” el área, se procede con la dotación de tierra a 8 centrales y otros asentamientos y se prohíbe que otras personas puedan ocupar el área desafectada de 449.000 hectáreas.

El avasallamiento de tierras de la Reserva Forestal El Choré no es reciente, los depredadores han incursionado desde hace varios años y es casi imposible y hasta peligroso ingresar en el área.

Funcionarios de la Gobernación cruceña y medios de comunicación inspeccionaron el área afectada en el mes de octubre de 2009, luego de lo cual se constató la depredación denunciada por el Pueblo Mojeño, así como la siembra de cocales y existencia de almácigos de coca, avasallamiento de tierras, amedrentamiento a otras personas que habitaban el área, etc. (Ver El Deber, 23 de octubre de 2009; El Mundo del 26 de octubre de 2009 y El Día del 26 de octubre de 2009).


En el mes de noviembre de 2009, se hicieron las denuncias respectivas, adjuntando fotografías y filmaciones que acreditan lo aseverado ante las siguientes autoridades: Alejandro Almaraz, Viceministro de Tierras del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras; Dr. Jaime Soliz, Fiscal de Distrito de Santa Cruz; José Antonio Landriel Pedraza, Autoridad Nacional de Fiscalización y Control Social de Bosque y Tierra; Juan Carlos Rojas, Director Nacional del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA); Romeo Amorín, Director Departamental del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA); Tte. Cnl. DEAP Jorge Roberto Romero Durán, Jefe Departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico e Ing. Roberto Quevedo, Jefe de la Carrera de Ingeniería Forestal de la UAGRM. Sin embargo, al parecer nadie hizo nada y todo indica que la Reserva Forestal El Choré está destinada a desaparecer, con los gravísimos daños y consecuencias fatales para la vida, el medio ambiente, la producción agropecuaria cruceña y la flora y fauna del lugar.

Estos actos son evidentemente delictivos y calificados por la Constitución Política del Estado como TRAICIÓN A LA PATRIA (Ver artículo 124 parág. I, num. 2 CPE). Sin embargo, tal como se viene denunciando públicamente en todas partes, la norma se aplica de acuerdo al antojo de las autoridades del MAS: Amplitud y tolerancia para algunos (militantes y simpatizantes del MAS) y dura y restringida para los demás (los que no son masistas).

¿Con esta manera de actuar el Evo Morales pretende un Premio Nobel de la Paz y se autodesigna defensor de la tierra (pachamama)? Hemos llegado al colmo de lo absurdo.

Si no hacemos algo en este momento, mañana lamentaremos nuestra indiferencia.
Con el conocimiento se humanizará el ser