El MAS y su coartada indígena pierde sustento |
Los supuestos sobre los que el MAS ha construido su ideología están demostrando su fragilidad y que en realidad se tratan de ficciones y embustes diseñados para encubrir la más grande patraña diseñada en los últimos tiempos usando los generosos aportes de ONG´s que han identificado a Bolivia como laboratorio social para ensayar engañosas teorías. El MAS parte del supuesto de que el 62 por ciento de la población boliviana es indígena y consecuentemente afirma que es ese segmento poblacional el que tiene todas las atribuciones para conducir los destinos del país.
Es bueno partir del principio. Esta afirmación parte de una pregunta, a todas luces tramposa, contenida en el Censo de Población y Vivienda realizado el año 2001. la pregunta era: ¿ Con que grupo étnico se identifica Ud ? pasando a enumerar las etnias quechua, aymara, guaraní y otras.
Cabe hacer notar que no se consigna la alternativa de “mestizo”, además que la pregunta plantea una identificación y en ningún momento pertenencia.
Si se recuerda, la inclusión de esta pregunta generó una amplia polémica por cuanto algunos sectores más lúcidos consideraban (y muy acertadamente) que la nacionalidad boliviana estaba definida independientemente del grupo étnico o de la práctica cultural. Sin embargo, esta aparentemente inocente pregunta fue incluida y las consecuencias se las está viendo hoy aunque todavía no en todas sus nefastas implicaciones.
No se requiere hacer un profundo estudio demográfico para percatarse de que la población boliviana es mayoritariamente mestiza, con un fuerte componente indígena, es cierto, al que se agrega otro segmento que podría ser descrito como “blanco” (o los llamados criollos), pero que todos ellos tienen como elemento cohesionante la bolivianidad.
Este aspecto fue constatado por un estudio auspiciado por el Fondo para la Democracia de las Naciones Unidas (Undef) en el que se echa por tierra el prejuicio masista de que Bolivia es un país esencialmente indígena, al amparo del 62 por ciento de la población que en el Censo de 2002 se identificó con alguno de los grupos originarios.
Al incluir la opción del mestizaje se comprueba que el 68 por ciento de la población se reclama de esta extracción en tanto que solo el 20 ciento se dice indígena-originario.
Ciertamente esta constatación demuele toda la concepción masista que instrumentaliza la supuesta mayoría indígena para sustentar su proyecto político. Existe también la posibilidad de que dentro de ese proceso de generación de tolerancia y acercamiento interétnico (lamentablemente frustrado por el MAS) se haya dado un cierto grado de inclinación afectiva. Es decir, nadie consideraba denigrante identificarse con un grupo indígena, lo cual mostraba que íbamos por buen camino.
Sin embargo bastaron tres años de gobierno para que, de la mano del MAS, la intolerancia nuevamente impere en el país. Decir que esa supuesta mayoría indígena es la única que tiene derechos, que por un cuestionable “derecho” ancestral debe ser hegemónica y subordinar a los restantes grupos sociales, ha implicado un nefasto retroceso en un proceso que se iba tejiendo e hilvanando a veces de un modo complejo e imperceptible pero efectivo.
Los conceptos del MAS, lo único que han logrado es el enfrentamiento y se ha cuestionado la noción misma de la bolivianidad. Ciertamente será muy difícil retomar el camino de la tolerancia del que nos desviamos al influjo de cuestionables criterios sobre una supuesta reivindicación de los derechos indígenas, aspecto este que al MAS, aparte de los demagógicos discursos presidenciales, le interesa muy poco.
Fuente: http://www.ernestojustiniano.org/2009/03/el-mas-y-su-coartada-indgena-pierde-sustento/
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