Hoy por la mañana, mientras observaba a mi hija absorta tratando de abrir una caja de DVD (de los Backyardigans, como era de esperarse), volví mi mirada al estante de libros que tenía frente a mí y me topé uno que me trajo extraños recuerdos: "El existencialismo es un humanismo", escrito por el gran filósofo Jean-Paul Sartre, padre del existencialismo y ganador del Premio Nobel.
Por qué extraños? Tuve una época de juventud en la que las ideas existencialistas me tenían atrapado. Pasé de Nietzsche a Kierkegaard y llegué a Sartre. Coqueteé con Kafka y con Camus (un coqueteo inocente, no dio para mas). Sin embargo, el enfrentamiento a la letra sartriana me impactó. Aún recuerdo locaciones relatadas en "La Nausea", la crudeza de los diálogos, la desesperanza de los personajes, lo grisáceo de los afectos, lo corto del texto. Luego al leerme "el existencialismo..." me dije a mí mismo, "he llegado a casa".
La interlocución del texto es tan fina, tan acabada, tan mordaz, que no pude menos que afiliarme al sartreanismo (a des-tiempo, como suele sucederme en algunas ocasiones). Ahí estaba su servidor totalmente comprometido (sin activismos, eso sí, nunca se me han dado bien) con ideas filosóficas de mitad de siglo XX, 50 años después. Pude escribir un nuevo marco teórico para mi existencia. El modo de andar fernandiano, si se me permite el jugueteo, era sartreano.
Todavía recuerdo como iba yo una y otra vez al texto sartreano, solo para experimentar ese sentimiento de familiaridad. El filósofo francés, al hablar de sus ideas, desnudaba las mías. Me emocionaba pensar que mis propias elocubraciones no eran totalmente inapropiadas, o al menos ya habíamos dos con ideas inapropiadas (habíamos muchos más).
Luego, al comprometerme con el estudio del psicoanálisis y la psicología, me distancié de Sartre. Sentí que en ese momento no podía triangular a Sartre, a Freud y a mi. Freud era en esos momentos algo tan novedoso (y a la vez tan "conocido") que no me permitía dosificar la energía que tomaba para estudiar. La decisión, buena o no, es la que me tiene hoy acá y no en cualquier otro lado (me refiero a locaciones teórico-prácticas).
Sin embargo, hoy, al leer el lomo del texto varias veces mencionado, sentí la alegría que se experimenta al tropezarse con un viejo amigo (no me sucede mucho, no he tenido muchos en mi vida). Ahí estaba mi memoria para recordarme una triangulación pendiente. Luego recordé que alguna vez intenté confrontar a Sarte con Lacan (algún artículo de maestría me sirvió de pre-texto para conversar con Sartre de nuevo). Tendría que leer ese artículo de nuevo...
Suficiente de anecdotarios de gente vieja...
Qué entendemos por "humanismo"? Me parece que podríamos acercarnos a dicho significante desde varias perspectivas. Desde un punto de vista filosófico-cronológico, el humanismo sería este periodo de tiempo ubicado cerca del siglo XV donde, luego del letargo provocado por cierto imperio cuyo nombre no deseo recordar, se vuelve la mirada al ser humano (entiéndase, se "aterriza" la mirada, de la grandilocuencia de lo celestial a lo vital de lo terrenal). Las artes y las ciencias se comprometen (como siempre tendría que ser) a escudriñar al humano, a hurgar en sus profundidades, a mensurar sus potencialidades.
Ahora, circunscribiendonos más al término, humanismo es todo lo relativo (o emparentado) a lo humano. Una idea, si desea ser ubicada en el predio del humanismo, debe poder decir algo particular del humano. La empresa es titánica. El humano, en el momento en el que dice algo de él (y de ella), se dice. Eso trae consecuencias. Pero no solo eso. Ver(se) tiene el problema de ese punto ciego en el retrovisor donde la mirada nos suele jugar malas pasadas. Al menos, cuando hablamos de lo divino, tenemos la suerte de hablar de lo otro (aún y cuando se encuentre en nosotros)...
Entonces, si una idea propone o agrega algo novedoso al conocimiento sobre lo humano, debe ser reconocida como parte del humanismo. Si conviene usted conmigo en lo anterior, me hace las cosas fáciles en términos de justificar el título de esto.
Qué nos enseñó el doctor Freud del humano? Nos enseñó muchas cosas. Nos enseñó que el humano no es más que un sistema energético. El ser humano es un ser vivo gracias a la pulsión. Esa pulsión, límite entre lo psíquico y lo somático (prometo volver a esto en otro momento, debido a que considero que esa puerta nos permite ingresar a una neurología freudiana), posee dos modos de presentarse (de afectar, de pulsar, de impulsar): tiene una faz vital y tiene una faz que aspira al cese de movimiento. Vivir, humanamente, es el ejercicio por medio del cual esas dos presentaciones energéticas buscan un nivel de balance, ejercicio fallido sin embargo. Cuando la pulsión tanática somete a la erótica, nos encontramos en la antesala de la parte más oscura de ese humano (desde la pereza, pasando por la depresión, hasta el intento de acabar con la vida).
En un plano algo más social, Freud se afilia a algunos grandes pensadores los cuales, antes que él, habían denunciado la poca capacidad que el ser humano tiene para estar rodeado de otros (el instinto gregario, según el doctor vienés, ocupa su lugar dentro de las grandes ideales inalcanzables). Entonces, si Rousseau, Hobbes y Locke (a diferencia del gran Aristóteles, que consideraba que el placer que el hombre sentía en ser parte de la polis le permitía vivir y disfrutar de ser social) ya nos habían enseñado (denunciado, sería un mejor término) las falencias sociales del humano, dónde estaría lo novedoso del prisma freudiano? De entrada pienso en el principio del placer, el cual aspira siempre a dicha consecución del placer, debido a lo cual, le otorga a todo lo que rodea al humano la condición de objeto afecto a generar placer (humanos incluidos). La represión, la freudiana, es, strictu sensu, un mal necesario.
Por qué un mal? Eso es fácil de contestar. Es un mal porque enferma, porque neurotiza. La neurosis, si la deseamos definir en sentido freudiano, es el mal-enfrentamiento con lo sexual. La sexualidad humana, vasallada por la represión (la psíquica y la social, aliadas), deviene neurosis. La cultura enferma.
Qué más sabemos del humano gracias a Freud? Sabemos que el sentimiento de indefensión que lo acompañó en sus primeras experiencias de vida se mantiene de algun modo presente en su interior. Vivir con esa carencia sería insoportable para algunos (ya que algunos no lo experimentan con tanta intensidad). Qué inventó el humano para no sentirse desprotegido? Inventó a Dios. El "padre" celestial es el sustituto fantaseado del padre real. Los creyentes, al sentirse acompañados, pueden lidiar con su existencia de un modo menos padecido. Menos padecido, leyó bien. La vida humana, según el doctor Freud, posee una dimensión de padecimiento inherente.
Vistas así las cosas, podría usted estar experimentando un sentimiento que miles han experimentado, a saber, la connotación "pesimista" que se le suele endilgar al freudismo. Personalmente no me molesta que se piense el freudismo en tanto visión pesimista. No creo que lo sea. Freud no tuvo reparos en denunciar lo que veía. No podemos culparlo a él de describir la realidad. Ahora, si la realidad humana genera pesimismo en el que la observa...
El psicoanálisis es un humanismo. Vino a enseñar cosas del humano que solían callarse (deseo pensar que más por ignorancia que por estrategia). Nos recuerda que el ser humano es finito. Nos recuerda que el tiempo va haciendo estragos en su constitución fisiológica. Nos recuerda que seguimos al arbitrio de las fuerzas de la naturaleza.
Pero también nos recuerda que poseemos una potencialidad que puede ser explorada (y luego explotada). Nos recuerda que contamos con el recurso del pensamiento para modificar nuestro entorno (y nuestro interno, lo cual es fundamental). Nos recuerda que las producciones artísticas y las científicas hacen más llevadera la existencia. Nos recuerda que los enigmas humanos deben mnotivarnos a continuar nuestra empresa "arqueológica" (en sentido metafórico y literal).
Somos productos de nuestra historia. Eso es innegable. Pero podríamos escribir una nueva de aquí en adelante, si somos lo suficientemente atrevidos.
Feliz semana a los que me vienen acompañando.