martes, junio 19, 2012

Humanismo de Terry Eagleton


JOSÉ LUIS BOUZA ÁLVAREZ

{ EL ANÁLISIS }

Humanismo de Terry Eagleton

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ES evidente que las sociedades liberales de capitalismo avanzado propenden por naturaleza al pragmatismo, relativismo y utilitarismo, y que son muy superfluas. Indiferentes -cuando no hostiles- a la cultura humanista, a la hondura y problematicidad del vivir, a viejos símbolos y significados religiosos, parece connatural a ellas el ateísmo. Ese sería el fondo de una ofensiva contra la religión que tergiversa las cosas y tendría su otra cara de la moneda en el fundamentalismo. Por legítimo que sea la oposición a políticas impulsadas por la Iglesia, sólo un rancio racionalismo fundado en leyendas y mitos -como el ingenuo optimismo de progreso indefinido-, daría lanzadas a toro muerto una vez que aquella perdió su poder social amenazante, y, al contrario, desempeña a veces una función benefactora. La ofensiva atea se suele justificar en el inventado conflicto moderno entre un Dios idolátrico y la ciencia, en la creencia de que la irracionalidad de la fe religiosa que explotaba la puerilidad de las masas retrocede ante el luminoso avance de la razón.
El esteta Terry Eagleton pone brillantemente de manifiesto el carácter reaccionario de este tipo de posiciones en su libro Razón, fe y revolución (Paidós, 2012). La querella ciencia-religión es para él un constructo artificioso y dedica este libro a desvelar sus supercherías. Proveniente de Nietzsche y de Marx, ha comprendido lúcidamente que el nuevo ateísmo militante es una forma ideológica de la sociedad del espectáculo en el capitalismo avanzado, con tantos ignorantes devotos. Tras mis veintitantos kilómetros diarios del Camino de Santiago entre la ciudad y Fisterra, me resulta deliciosa la lectura de este librito en mi mochila escrito con sentido del humor, aun si -dicho sin presunción- añade poco a lo que uno ya pensaba al respecto y a veces había escrito aquí, incluida la expresión humanismo trágico de Eagleton como plena aceptación con todas sus consecuencias de la problematicidad humana. Se centra en analizar el ateo doctrinarismo militante de R. Dawkins y Ch. Hitchens -abrevia Ditchkens-, salvando el buen estilo del brillante periodista que fue Hitchens, su antiguo compañero trotskista. Con un sólido enfoque materialista, consciente de la indigencia espiritual de hoy, relaciona bien la forma atea y la delicuescente cultura dominante, y cree que puede hacerse algo aún contra la razón instrumental. Qué lejos están estas páginas de nuestra progresía.
Catedrático de Arte

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