«La servidumbre daña al país». Denis Racicot | Representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los DDHH
Desde su oficina de la ONU, en La Paz, aplaude los avances que Bolivia viene haciendo desde los años 90 a favor de los pueblos originarios. Pero eso no es suficiente, dice, dando a entender que el racismo aún cabalga por los pueblos y las ciudades bolivianas
Roberto Navia | rnavia@eldeber.com.bo
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en los últimos días ha presentado un informe relacionado con la problemática indígena en Bolivia. El mismo hace referencia a guaraníes y quechuas sometidos a ‘servidumbre o trabajo forzoso’ en tres regiones de Bolivia. También consistió en una recomendación al Gobierno para que refuerce la atención al pueblo Yuqui (en peligro de extinción) y otros que están en situación de alta vulnerabilidad en sus derechos.
Pero la ONU analiza la situación de los indígenas más allá de estos temas. Denis Racicot, representante de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Bolivia, aceptó hablar de estos temas que lo apasionan. Sus conocimientos en la materia demuestran que es capaz de analizar sin mezquindades la situación contemporánea boliviana.
- ¿En qué consiste el estudio que detecta indígenas reducidos a servidumbre?
- Hay que aclarar que el informe corresponde al relator especial sobre la situación de derechos humanos y libertades fundamentales de los indígenas, Rodolfo Stavenhagen, que visitó Bolivia a finales de 2007 y comprobó que subsisten comunidades sujetas a servidumbre en Santa Cruz, en el norte amazónico y en el Chaco. Es el caso de trabajadores indígenas (mayormente quechuas y guaraníes) en las zafras de azúcar de Santa Cruz, la servidumbre por deuda en la extracción de la castaña en el norte amazónico y las denominadas “comunidades cautivas” guaraníes en las haciendas de la región del Chaco. Para enterarse de ello visitó varios departamentos. Mantuvo reuniones con organizaciones indígenas, naciones originarias aimaras, quechuas y con ayoreos, chiquitanos, guaraníes, yuracarés, y autoridades de Gobierno.
- ¿Qué significa para Bolivia que en su suelo vivan personas en situación de servidumbre?
- No da una buena imagen al país a escala internacional. Es un buen momento para abordarlo, ya que hay cambios en el país. Toda la sociedad debe tratar de unir esfuerzos en un clima de tolerancia, de comprensión. A los pueblos vulnerables tienen que ayudar a componer su situación. Pero hay que respetar los derechos de todos, clarificar las relaciones de trabajo conforme al derecho internacional. Se debe crear un clima de apertura y tratar de entender que ese problema (el de la servidumbre), como en su momento fue el de la esclavitud en el mundo, también debe ser superado.
- ¿Cuál es la situación sobre el racismo contra los indígenas?
- El relator ha señalado varias situaciones fruto de su visita en 2007. Ha observado conductas que se enfrascaban dentro de actitudes racistas y discriminatorias. Aunque hay avances, a través de un proceso lento desde los años 90, los cambios no han sido suficientes.
- ¿Hay racismo de indígenas contra no indígenas?
- He escuchado voces en ese sentido. Creo que el país todavía se enmarca en cosas del pasado que no están resueltas. La discriminación y el racismo tienen fuertes componentes del pasado. Hay que solucionarlos.
- ¿Qué pasa si hay renuencia para eliminar el racismo y la servidumbre?
- No hay situación de ese tipo que no sea superable. En EEUU eligieron a un presidente que emerge de la población negra. Bolivia ha dado el mismo ejemplo. Eso significa avances enormes.
- ¿En qué medida se están respetando los derechos políticos de los indígenas?
- Hay que escuchar los reclamos de los pueblos indígenas. En cuanto a los escaños aprobados en la Ley Transitoria Electoral, hay algo legítimo de todo lo que están manifestando, porque ese espacio había sido acortado en la nueva Constitución. Como hay 36 pueblos indígenas creo que ellos, por lo menos, habían visto positivo tener 14 representantes. La reducción es de 14 a 7 y no podemos, a estas alturas, comentar el resultado de un acuerdo político.
Desde su oficina de la ONU, en La Paz, aplaude los avances que Bolivia viene haciendo desde los años 90 a favor de los pueblos originarios. Pero eso no es suficiente, dice, dando a entender que el racismo aún cabalga por los pueblos y las ciudades bolivianas
Roberto Navia | rnavia@eldeber.com.bo
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en los últimos días ha presentado un informe relacionado con la problemática indígena en Bolivia. El mismo hace referencia a guaraníes y quechuas sometidos a ‘servidumbre o trabajo forzoso’ en tres regiones de Bolivia. También consistió en una recomendación al Gobierno para que refuerce la atención al pueblo Yuqui (en peligro de extinción) y otros que están en situación de alta vulnerabilidad en sus derechos.
Pero la ONU analiza la situación de los indígenas más allá de estos temas. Denis Racicot, representante de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Bolivia, aceptó hablar de estos temas que lo apasionan. Sus conocimientos en la materia demuestran que es capaz de analizar sin mezquindades la situación contemporánea boliviana.
- ¿En qué consiste el estudio que detecta indígenas reducidos a servidumbre?
- Hay que aclarar que el informe corresponde al relator especial sobre la situación de derechos humanos y libertades fundamentales de los indígenas, Rodolfo Stavenhagen, que visitó Bolivia a finales de 2007 y comprobó que subsisten comunidades sujetas a servidumbre en Santa Cruz, en el norte amazónico y en el Chaco. Es el caso de trabajadores indígenas (mayormente quechuas y guaraníes) en las zafras de azúcar de Santa Cruz, la servidumbre por deuda en la extracción de la castaña en el norte amazónico y las denominadas “comunidades cautivas” guaraníes en las haciendas de la región del Chaco. Para enterarse de ello visitó varios departamentos. Mantuvo reuniones con organizaciones indígenas, naciones originarias aimaras, quechuas y con ayoreos, chiquitanos, guaraníes, yuracarés, y autoridades de Gobierno.
- ¿Qué significa para Bolivia que en su suelo vivan personas en situación de servidumbre?
- No da una buena imagen al país a escala internacional. Es un buen momento para abordarlo, ya que hay cambios en el país. Toda la sociedad debe tratar de unir esfuerzos en un clima de tolerancia, de comprensión. A los pueblos vulnerables tienen que ayudar a componer su situación. Pero hay que respetar los derechos de todos, clarificar las relaciones de trabajo conforme al derecho internacional. Se debe crear un clima de apertura y tratar de entender que ese problema (el de la servidumbre), como en su momento fue el de la esclavitud en el mundo, también debe ser superado.
- ¿Cuál es la situación sobre el racismo contra los indígenas?
- El relator ha señalado varias situaciones fruto de su visita en 2007. Ha observado conductas que se enfrascaban dentro de actitudes racistas y discriminatorias. Aunque hay avances, a través de un proceso lento desde los años 90, los cambios no han sido suficientes.
- ¿Hay racismo de indígenas contra no indígenas?
- He escuchado voces en ese sentido. Creo que el país todavía se enmarca en cosas del pasado que no están resueltas. La discriminación y el racismo tienen fuertes componentes del pasado. Hay que solucionarlos.
- ¿Qué pasa si hay renuencia para eliminar el racismo y la servidumbre?
- No hay situación de ese tipo que no sea superable. En EEUU eligieron a un presidente que emerge de la población negra. Bolivia ha dado el mismo ejemplo. Eso significa avances enormes.
- ¿En qué medida se están respetando los derechos políticos de los indígenas?
- Hay que escuchar los reclamos de los pueblos indígenas. En cuanto a los escaños aprobados en la Ley Transitoria Electoral, hay algo legítimo de todo lo que están manifestando, porque ese espacio había sido acortado en la nueva Constitución. Como hay 36 pueblos indígenas creo que ellos, por lo menos, habían visto positivo tener 14 representantes. La reducción es de 14 a 7 y no podemos, a estas alturas, comentar el resultado de un acuerdo político.
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