miércoles, septiembre 21, 2011

Nuevo humanismo solidario


MANUEL ELKIN PATARROYO MÉDICO INMUNÓLOGO COLOMBIANO

"Se requiere un nuevo humanismo solidario con el que podamos salir adelante"

El científico y premio Príncipe de Asturias de Investigación en 1994, Manuel Elkin Patarroyo, afirma que la erradicación de todas las enfermedades infecciosas es poco probable, pero que existen diversos mecanismos con los que poder controlar a un buen número de ellas
F. ALCÁUZAR - Miércoles, 21 de Septiembre de 2011 - Actualizado a las 05:53h

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  • Manuel Elkin Patarroyo está estos días en Bilbao.
BILBAO. Muchas son las cualidades que describen al inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo (Ataco, 1946): generoso, carismático, humano... Entre ellas, quizás la más sonada sea su extremada solidaridad. En 1993 donó la patente de su vacuna sintética contra la malaria a la Organización Mundial de la Salud. Su gratitud es otro de los rasgos que le caracterizan. No escatima en palabras de agradecimiento cuando se refiere a los organizadores de la conferencia que impartirá hoy en el hospital de Basurto, organizada por este centro y por Caja Laboral, bajo el título Diálogos de Ética, Humanismo y Ciencia.
¿Se considera a sí mismo un filántropo?
Me considero una persona solidaria. Hay que distinguir entre la caridad, la generosidad y la solidaridad. La filantropía es dar lo que ya se tiene en exceso. Por este motivo, solidaridad es lo que nosotros hacemos, no solo yo, es todo mi Instituto, mi familia. Lo que logramos lo entregamos a la Humanidad como un gesto de identificación con ella. Damos lo que tenemos.
En la actualidad, los valores de la sociedad están cambiando...
Nos encontramos en un torbellino por mantener una actitud totalmente egocéntrica. Esto nos ha conducido a la actual situación que atravesamos y en la que los estados ricos están quebrando. Todos los esquemas economicistas están fallando. Desde un punto de vista filosófico, la actitud comunista se fue a pique, lo que es el capitalismo se está yendo a pique. En un futuro, dentro de por lo menos una generación, se impondrá una especie de humanismo en el cual la gente se identificará.
¿La propia evolución de la ciencia ha dejado atrás el humanismo?
Desde el punto de vista histórico, la inserción de la ciencia es mucho más reciente. La ciencia como tal se comenzó a insertar en la sociedad a partir del siglo XVII, que fue cuando se fundaron las primeras sociedades científicas: la Royal Society de Londres en 1662, la Academia Francesa en 1667 y todas las demás. Entonces, como institución, la ciencia no ha tenido aún un largo recorrido mientras que los conceptos filosóficos y humanísticos tienen 4.000 años. Hoy en día, la ciencia ha recuperado vertiginosamente esa diferencia.
¿Cómo debe afrontarlo la sociedad?
Nunca estuvimos preparados para esto. La ciencia ha ingresado en una espiral de desarrollo que es imparable. Ahora lo que tenemos que hacer es darle el enfoque humanístico a eso. Tenemos que evolucionar -a pesar de la rapidez de la ciencia-, para poder darle un uso apropiado, y es ahí en donde yo he querido dejar mi impronta.
¿Es necesario un cambio de mentalidad?
Sí, tenemos que hacerlo y no solo en la industria farmacéutica. Debemos extrapolar ese cambio a todos los demás aspectos.
¿Cree que la ciencia logrará acabar con las enfermedades infecciosas?
Con todas no lo creo, pero sí llegará a controlar un buen número. Yo soy de los que piensa que el término erradicar es muy paranoico. Los microbios vivos son de una versatilidad apabullante. Yo creo haber descubierto un gran número de mecanismos de evasión o escape. Pero aún existe un gran número que no han sido descubiertos. Los microbios siempre se sacarán un as de la manga. Solo ha habido una única enfermedad que se ha logrado erradicar de la faz de la tierra, la viruela.
¿Qué motivo le ha traído a Euskadi, además de una conferencia?
Tengo una reunión con la Agencia Vasca de Cooperación que quiere trabajar también con nosotros en un programa fantástico que tenemos que es el del seguimiento de mujeres infectadas con el virus del papiloma humano. Es una cosa de la cual me enorgullezco mucho.
¿De dónde nace su solidaridad?
Mi ventaja ha sido vivir en dos mundos. Mi educación se desarrolló en el lugar más elitista de este mundo, la Rokefeller University en Nueva York, donde pasaba 6 meses para luego volver a Bogotá. Nunca me desprendí de esa realidad; viví entre la riqueza pero también en la miseria. Este fue un factor clave para tener esa perspectiva o visión, además de la educación inculcada por mis padres. Nunca tuve la dicotomía de aquellos que se van 20 años a Nueva York o a Estocolmo y después regresan para contemplar el mundo de miseria del cual surgieron. Yo me estrellaba con ambos mundos continuamente, nunca me desligue de esas dos realidades, esa es mi psicología.
¿Qué le diría a aquellas personas que no comparten su filosofía?
Yo soy muy respetuoso con su forma de pensar. Lo único que les digo es una cosa: que piensen un poquito y muy probablemente esta sea la mejor alternativa. Se requiere un nuevo humanismo solidario, entre otras cosas, con el que todos podamos salir adelante.

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