Publicación: 28/12/2009, Temática: Politica
Marchando por la paz
Este martes llega a la Ciudad de Buenos Aires, el equipo base de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, luego de visitar más de cien países de África, Asia, Oceanía, América, Antártida y Europa. NU habló con Guillermo Sullings, coordinador de la Marcha Mundial en Argentina sobre los alcances de la misma.
Por Daniel Gaguine
Luego de visitar más de 100 países y recorridos 160 mil kilómetros en más de 90 días, la Marcha llega a la Ciudad de Buenos Aires en donde se realizará un gran festival en la Plaza de los Dos Congresos. Serán recibidos a las 11.30 por la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. El evento será conducido por Alfredo Casero, y finalizará con un recital en vivo de la Mississippi a las 20. La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia es una iniciativa universal sin precedentes, que partió el pasado 2 de octubre desde Nueva Zelanda, a la cual adhirieron distintas personalidades del mundo. Guillermo Sullings, coordinador argentino de la Marcha le contó a NU todos los detalles de la Marcha y sus actividades este martes.
“Tenemos una agenda bastante nutrida ya que nos recibe la Presidenta de la Nación a las 11 y a las 11.30, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. A las 12.30, nos reunimos con la Legislatura porteña y a las 14.30 con el Congreso Nacional y finalmente, a las 18, va a haber una gran caravana que va a salir desde el Obelisco hasta la Plaza de Mayo y después a la Plaza de los Dos Congresos, donde va a haber un Festival, con oradores y música”, adelantó Sullings.
- ¿Cómo surge la Marcha Mundial?
- Esta es una iniciativa de “Mundos sin guerra”, una fundación que pertenece al movimiento Humanista, que tiene gente en más de 100 países. Cuando surgió esta iniciativa, se la apoyó de manera inmediata. Se lanzó en noviembre del 2008, en el Parque de Punta de Vacas, en la frontera entre Chile y Mendoza, donde se había realizado un simposio de la ética del conocimiento. En ese simposio, se anunció esta idea de la marcha y rápidamente fuimos teniendo adhesiones de presidentes, de Premios Nobel, artistas, deportistas, etcétera. Muchos de ellos facilitaron su imagen para grabar los spots de la marcha. Todo eso se fue acumulando hasta que empezó el 2 de octubre (día del nacimiento de Gandhi y declarado Día Mundial de la No Violencia por Naciones Unidas), en Nueva Zelanda, con la salida del equipo base. Abarcó 100 países de todos los continentes. El proyecto es concientizar a la población, a los gobiernos y a todos los que tengan alguna responsabilidad. Pero sobre todo, a las poblaciones, porque, a la larga, los gobiernos van a tener que hacer lo que digan las poblaciones. Si las poblaciones quieren paz, los gobiernos, a la larga o a la corta, van a tener que hacer lo que pida la población. Esta concientización la hacemos enfatizando unos cuantos puntos básicos, como la necesidad del desmantelamiento urgente de los arsenales nucleares. Nosotros creemos que la iniciativa de esto la tienen que tomar las grandes potencias, que son los mayores productores de armas y los que mayor arsenal tienen. Entonces la proliferación nuclear no va a terminar si unos la tienen y otros, no. El segundo punto es el retiro de tropas de puntos invadidos: Nosotros creemos que no se puede combatir el terrorismo con más violencia. Hay que dar una señal para que termine esta escalada de violencia y el retiro de tropas es una señal. El tercer punto es la reducción de armamento convencional, progresivo. Con el 10% de lo que se destina en armas, se podría acabar con el hambre en el mundo. Muchas guerras son producidas por el nivel de desigualdad reinante, que se podría resolver con los mismos fondos que se destinan a las guerras. Una paradoja tremenda. Reducción de armamentos y destinar estos fondos a desarrollar a los países menos desarrollados. Cuarto punto: tratado de no agresión entre países. Quinto punto: inclusión en las constituciones de los países la clausula de no apelar a la guerra para resolver conflictos limítrofes. Entonces sobre estos puntos estamos trabajando y los exponemos en cada evento, en cada marcha, para concientizar a las poblaciones de que esto es urgente. En todos lados, todos nos dicen “estamos a favor de la paz”…
- ¿Cómo es la recepción por parte de los gobiernos de las grandes potencias?
- Bueno, en general, han mirado para el costado. Algunos adoptan la política de culpar siempre al otro. “Si se desarma este primero, lo hago yo”. En general, las adhesiones y entrevistas que hemos tenido han sido, por ejemplo, en la que yo he participado, con el Presidente de Costa Rica, que fue Premio Nobel de la Paz, en un país que no tiene un ejército. Esta obviamente a favor de lo que sería el desarme. Nos ha recibido Correa, Bachelet, mañana lo hace Cristina. En algunos países nórdicos, también tuvimos acceso a algunas altas autoridades pero con las grandes potencias hemos tenido reuniones con funcionarios de segundo y tercer nivel. Los que realmente toman decisiones no nos han recibido. Si nos recibió el Secretario General de las Naciones Unidas aunque no tenga mucho poder sino los cinco miembros permanentes, EE.UU, China, Rusia, Inglaterra y Francia. Entonces es una gran contradicción. Igual hay casos particulares como el de China, que dijo que no iba a adherir a la marcha porque estaría relacionado con el Dalai Lama y el tema del Tibet. O sea, por un motivo o por otro, las grandes potencias, sin decir que están a favor de la guerra (nadie lo va a decir) tampoco dijeron que adherían a la marcha. Han disimulado un poco y cuando uno va a pedir una entrevista y lo atiende el secretario del secretario del secretario, bueno, ahí ponen cualquier pretexto para no recibirnos. Así que no hemos tenido una respuesta concreta de las grandes potencias.
- ¿Podría definirse como una marcha “política”?
- O sea, todo esto es política no partidaria pero política al fín. No tiene un sesgo político partidario ni ideológico, desde el momento que hemos tenido entrevistas con presidentes tan disímiles como el de Costa Rica y el de Ecuador, que si bien ambos están a favor de la paz, tienen puntos de vistas económicos completamente diferentes. Sin embargo, pudimos charlar bien sobre el tema que estamos tocando, que es el del desarme. Si es política en el sentido que no dice “paz y amor” en abstracto sino con algo concreto: que los más responsables empiecen con el desarme progresivo, desmantelen los arsenales nucleares y comiencen un retiro de tropas. Más que política, yo diría que es una marcha comprometida.
- ¿Hubo alguna personalidad que les interesó que adhiriese pero no lo hizo?
- Deseamos que se hubiesen adherido los presidentes de todos los países. El de Francia, el de Rusia, el de Estados Unidos, el primer ministro británico pero…esto recién empieza. Nosotros creemos que lo principal es la adhesión y la concientización de las poblaciones. Cuando Obama va a recibir el Premio Nobel de la Paz y dice que “guerras justas”, nos hubiese gustado contar con su adhesión pero con un compromiso de decir otras cosas. Obviamente que es mejor Obama que Bush para la paz pero de todas maneras, es tan fuerte el complejo industrial militar que el propio Obama le está haciendo el juego a la guerra al decir esto. Hay adhesiones que nos hubiese gustado tener no formalmente sino con un compromiso real de trabajar por la paz. La adhesión, en este caso, hubiese sido un compromiso al menos público como imagen, de trabajar por la paz.
- ¿Con el tema de la paz, el mayor enemigo es el desconocimiento o la indiferencia?
- Hay mucho de eso, de indiferencia. Mucha gente siente que la guerra es mala cuando muere alguien cercano y le afecta. Parece que si la gente muere a diez mil kilómetros, no es tan importante. Mucha culpa de eso tienen muchas películas de la línea hollywoodense de que parece que hay víctimas de primera clase y víctimas de segunda. Si muere un rubio de ojos celeste, es una muerte importante pero si mueren cincuenta árabes, no son vidas que importen tanto. Antes eran los indios, los negros y demás. Eso se va instalando en el inconsciente colectivo y de esta forma valoriza cuando lee las noticias. Si mueren cien personas porque estalló una bomba, no importa “total, es lejos” pero si lo operan a Sandro, cambia el foco de la información. Me parece que hay que superar la indiferencia. También tiene que ver con la falta de actitud hacia la reconciliación en los países en los que la guerra tocó de cerca, donde se va al otro extremo. Como todos tienen algún familiar muerto, secuestrado o herido, se alimenta un resentimiento creciente contra su enemigo y la guerra empieza a tener la solución, como pasa en Medio Oriente. Además, del tema de la indiferencia con los que están lejos, hay que sobreponerse con una mirada más reconciliadora entre los que están cerca. En definitiva, nosotros siempre hablamos del principio de la humanidad, que es el tratar a los demás como uno quiere ser tratado. Un principio básico, una regla de oro que el día que los seres humanos podamos aplicarla se acabará la violencia en el mundo. No creemos ni renunciamos a esta suerte de utopías porque nos parece coherente trabajar en ellas (muchas después se hicieron realidad, como la abolición de la esclavitud o los derechos de la mujer). ¿Por qué no pensar que dentro de cincuenta años, la guerra va a ser una cosa del pasado? Creemos que podemos, a través de esta tarea de concientización, lograr un mundo de paz.
- ¿Como fue la relación con los medios?
- Ha variado según el país. Por ejemplo, en Italia tuvimos una cobertura muy importante de la Rai. En Filipinas, se realizó un gran evento en un estadio, con una amplia cobertura. En Estados Unidos, tuvimos cobertura pero no fue un tema instalado. En general, los países con mucha población, quizás, los medios no se hicieron eco ni lo tomaron como un tema prioritario como sí lo hicieron otros países. En América Latina, la cadena Caracol de Colombia habló de la Marcha desde hace seis meses y todo el mundo sabe lo que se está haciendo. Cuando Juanes le pasó la bandera a otro artista en la frontera entre Ecuador y Colombia, había miles de personas. Acá en Argentina, todavía no pegó. Es variable de acuerdo al país y a la escala de intereses de los medios de dicho país.
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