La polémica por los minaretes.
En España se escandalizan los mismos que piden quitar los crucifijos en las escuelas
Una Europa dubitativa, relativista e ignorante flaquea ante los minaretes
Los cristianos son perseguidos en decenas de países de Oriente Medio
La polémica por los minaretes.
Walter Wobmann, diputado del Partido del Pueblo Suizo y presidente del comité por la abolición de los minaretes.
Los guardianes de la Alianza de Civilizaciones ya han puesto el grito en el cielo al acusar a Suiza de agudizar con su veto a los minaretes la xenofobia, el terrorismo islámico, el auge de la extrema derecha, el encaje del islam, los límites de la democracia... Pocos saben que bajo el Imperio Otomano la poca tolerancia que había hacia los cristianos imponía que las iglesias y capillas se construyeran cavando un foso para que nunca superaran en altura a las mezquitas circundantes.
La iniciativa de prohibir los minaretes de las mezquitas en Suiza como forma de luchar contra la supuesta islamización del país, votada en un referendo popular, ha sido aprobada por el 57,7 de los votantes y por la mayoría de los cantones.
Llama la atención que en España, donde proliferan quienes promueven la retirada de los crucifijos en las escuelas y rara es la semana en la que un ciudadano no demande a la catedral de la esquina exigiendo que cese el toque de campanas porque perturba su sueño, se encandalicen los progres de lo que han votado los suizos sobre los minaretes musulmanes.
Ignacio Camacho reflexiona en artículo en ABC titulado "Minaretes" sobre las fobias y los miedos que esta decisión ha generado:
- La Europa de las libertades se construyó desde el respeto y el humanismo integrador, y ese universo de refinamiento intelectual y ético no parece compatible con arrebatos de fobia.
- El avance de la Eurabia de Oriana Fallaci es una palmaria amenaza para la civilización liberal, pero resulta moralmente dudoso combatirla mediante sacudidas de rabia colectiva, aunque se expresen en el cauce ordenado de las reglas electorales.
- Sin olvidar que el objetivo de esos ímpetus sociales pueden ser hoy los musulmanes como ayer fueron los judíos... y mucho antes los cristianos.
Otro que pone el dedo en la llaga es Hermann Tertsch en su artículo de ABC "Minaretes frente a casa". Tertsch está perfectamente de acuerdo con la decisión tomada por el pueblo suizo en referéndum, que prohíbe la construcción de minaretes en las mezquitas en su país.
- Supongo que a muchos les parece abominable. Ya sé que ahora saldrán nuestros Aliados de Civilizaciones diciendo que los suizos -y por supuesto yo- somos unos fachas o Torquemadas siniestros. O judionazis, que es otro insulto de moda, por grotesco que resulte y que yo ya he disfrutado en esta España que tanto cultiva el odio y la revancha.
- Hoy esa mínima tolerancia otomana no existe en casi ningún país que formó parte de ese último gran califato en Oriente Medio. Los cristianos son perseguidos en decenas de países, forzados a emigrar y asediados continuamente. En los países que financian y exportan a sus clérigos a Occidente, Paquistán o Arabia Saudí, por ejemplo, resulta prácticamente imposible celebrar una misa siquiera en privado.
Lo de proponer construir una pequeña iglesia sería una afrenta que pagarían muy caro sus impulsores. Aquí es diferente. En Colonia, en Alemania, los musulmanes pretenden hacer una mezquita mayor que la catedral. Y muy cerca. Nadie piense que es por necesidad de estar más cerca de Dios. Eso se puede hacer en casa o en una mezquita que nadie les impide construir, ni en Suiza ni en ningún país europeo. Se trata del poder.
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